martes, 2 de agosto de 2011

  1. Todo lo que aquí se escriba, oh mortales, será efímero como todo. Pero mientras brille me reservo el placer de declararme fautor y único de lo que escribiere. Y no vengan las hienas que se visten con mi ropaje a robar lo que es mío por designio divino y legislación humana. Que la más destructora de las maldiciones caiga y recaiga sobre los míseros reptiles que pusieran sus garras purulentas sobre las estrellas que mi bóveda celeste elevó al lucimiento. En otras palabras, ché pibe, nada de robar mis derechos de autor, ¿eh?, ¿tamos?.

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