martes, 2 de agosto de 2011

El hundimiento

¡Detritus, detritus! exclamaba orondo Semáforo de Hipoplasia, estamos rodeados de detritus, se nos hunde la galera y los pelmazos ni plasman, pelandrunes, buitres ornamentados, serviles estupefactos. Basta querido, que se me afloja la diadema y los bucles se alborotan, parpadeó ojerosa Melania de Tipsera. ¡Centuriones, a miiiiiiiii! vociferaba el cartaginés, mientras las huestes se arremolinaban y cantaban retahilas fosforescentes. Haced un puente, rápido, un puente que me empalmo, ah vírgula de Samotracia quién fuera, por un momento, en el peristilo de la pingüe patria, con los efebos de solaz catadura y las doncellas prestas y curiosas, que no aquí, entre bramidos y bruñidos arsenales que a toda costa el mar reclama para sus fauces fieras y feraces, y tu femenil silueta Paladio, volviera a oscurecer el sol en el brillo de tus magnéticos espasmos. Ah, si la gloria fuera, otra vez.

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